27 dic 2009

The best of 2009

27 dic 2009

2 floritos
Ya falta poco para que concluya este 2009. De lo que recuerdo, creo que no hay mucho que decir: novelas entretenidas por momentos como Memorias de una Dama, novelas con cierto contenido político como Confesiones de Tamara Fiol, novelas semi biográficas como Vallejo en los infiernos, novelas con una mujer que le cuenta una historia a un joven aspirante a escritor para que las publique como... como las tres anteriores (se nota que hubo variedad este año ¿no?)

También el último libro de cuentos de
Daniel Alarcón y la última novela de Saramago. Noticias como la inauguración del Museo de Borges y la Casa de la Literatura Peruana. Una nueva feria Ricardo Palma y un nuevo premio Nobel. Y claro, algunos homenajes.



Justo cuando estaba a punto de hacer un análisis de 400 páginas sobre los libros del 2009, pensé que puede parecer hasta conchudo que un blog con un par de meses haga un resumen del año. Y esa es una buena excusa para no hacerlo. Y para, mejor aún, piratear los rankings anuales ajenos. Estas listas destinadas a la posteridad solo pueden ser ejecutadas por eruditos de real destreza.

Y ahi va mi ranking de los mejores rankings literarios del 2009 (sin orden en particular):

1.
El País: Después de este el resto es innecesario.

2.
El Comercio: Después de su Concurso de Novela, creo que las premiaciones de este diario no deben ser motivo de alegría. Aunque algunos piensan lo contrario.

3.
La fortaleza de la soledad: Muy completo.

4.
Javier Ágreda: siempre interesante.

5.
Zona del escribidor: Para enterarse de los favoritos de Jorge Eduardo Benavides, Daniel Alarcón, Alonso Cueto, Gabriel Ruiz, Fernando Ampuero, Raul Tola, Carlos Rengifo, etc. (me da flojera poner todos los links, pero ahi están ¡créanme!)

6.
Caretas: conciso, pero efectivo.

7.
Moleskine: No lo he leído pero igual lo pongo. También tiene un post de las mejores carátulas del año.

8. Puente aéreo: La década aún no acaba como para
hacer un ranking, (concluye recién el 31 de diciembre del 2010), pero bueno, cualquier pretexto es bueno.

9. Cueto:
Parte 1 y parte 2

10. Pon el tuyo.

Ah, ¡y feliz año nuevo!
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20 dic 2009

La casa voladora

20 dic 2009

2 floritos


¡Por fin, Caín! Papa Noel escuchó mis ruegos y en una versión más flaca y menos barbuda, me pasó un ejemplar de la última de Saramago que estaba esperando hace tiempo y no compraba por andar misiazo.

En el libro, el autor nos recuerda a ese soporífero anime que daban en el canal 7: la Casa voladora. El protagonista Caín va viajando en el tiempo y mete su cuchara en diversos episodios bíblicos clásicos: el arca de Noe, la torre de Babel, la destrucción de Sodoma y Gomorra, el cuasi sacrificio de Isaac por Abraham, Moisés y el becerro de oro, las murallas de Jericó, las desventuras de Job, etc. Sin embargo, los diálogos y las descripciones bíblicas no son tan logradas como en El evangelio según Jesucristo.


Quizás es un poquito lamentable que haya comparado El viaje del Elefante y la presente obra con dibujos animados, pero la complejidad y la calidad de éstas, parecen mostrar cierto descenso. No creo, como algunos piensan, que desde que obtuvo el Nobel, la prosa de Saramago se haya vuelto más tela. Ahí están Las intermitencias de la muerte y Ensayo sobre la lucidez demostrando lo contrario. Sin embargo, el continuo intento del autor por convencernos de coincidir con su posición frente a la religión, convierte su más reciente entrega casi en un libro de propaganda, donde toda la ironía y el estilo que tanto admiramos de este portugués pasa a segundo plano, para dar a paso a polémicas malazas dignas de El Código Da Vinci. En ese sentido, este libro sí nos hizo pasar las de Caín.

Este texto es más breve aún que su anterior obra. Y es que parece que Saramago se ha tomado en serio eso de publicar un libro por año: ya proyecta lanzar un volumen sobre la falta de huelgas en la industria del armamento. Lamentablemente, la cantidad no parece ir de la mano con la calidad. Y es que si El viaje del Elefante, fue tomado con un "bueno, vaya y pase", el público esperaba más de Caín. Desafortunadamente, naranjas (y eso que soy fan).


Y esas nuevas carátulas de Alfaguara están hasta las patas, todas amarillas y desabridas, mejor estaban las antiguas o las de la Biblioteca Saramago, ojalá las cambien. Al menos, este libro me salió gratis.

José Saramago
Caín (Caim)
Alfaguara, 2009
189 págs.
Puntaje: 7

No le gustó: Marcelo Ferrando
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13 dic 2009

¡¡¡¡U Campeón 2009!!!!

13 dic 2009

6 floritos
Vengo del Estadio, feliz de la vida, por la noticia que ya todos saben. Durante el entretiempo del partido, anunciaron a las chicas del vóley (que fueron recibidas con fuertes aplausos) y también informaron que viendo el partido se encontraba “nuestro reconocido escritor Mario Vargas Llosa”. Ante esto, la respuesta fue el silencio, como si nadie en Oriente tuviera idea de quién estaban hablando. Y es malazo porque el autor de La casa verde hasta puede ser socio de la U. En fin, creo que hay que reivindicarlo, a él y a muchos otros escritores inteligentes hinchas del mejor equipo del Perú … esta vez voy a expresar mi alegría con las palabras de otros:
“Recuerdo mucho la visita al viejo estadio de la calle José Díaz, a las graderías de popular, a ver el clásico Alianza Lima – Universitario de Deportes (…) yo me hice también (…) fanático del equipo crema, y pronto tuve, en mi dormitorio, fotografías de sus cracks: el espectacular arquero Garagate, el defensor y capitán Da Silva, la saeta rubia, Toto Terry, y, sobre todo, el famosísimo Lolo Fernández, gran centro delantero, caballero de la cancha y goleador. (…) Uno de los días más felices de mi vida fue aquel domingo en que Toto Terry, de los grandes de nuestro barrio, me llevó al Estadio Nacional y me hizo jugar con los calichines del Universitario de Deportes contra los del Deportivo Municipal. Salir a esa enorme cancha, vistiendo el uniforme de los cremas, ¿no era lo mejor que podía pasarle a alguien en el mundo?”
El pez en el agua. Barcelona, Seix Barral, 1993, p. 52 y 67

Julio Ramón trasmite en vivo y en directo un U - Racing:

“El campeón nacional Universitario de Deportes – del cual mi hermano y yo éramos hinchas furiosos- recibía al campeón brasileño Sao Paulo. Como el uniforme de ambos era blanco, Universitario por cortesía con el visitante cambió el suyo por una camiseta verde. Ver salir a nuestro equipo con una camiseta de otro color nos dio mala espina. (…)

Una victoria, eso tardaría en venir, pero al fin la tuvimos e inolvidable, uno o dos años más tarde, cuando llegó a Lima precedido por inmensa fama el Racing Club de Buenos Aires. Acababa de ganar el campeonato argentino, habiéndose mantenido invicto en los últimos veinte partidos. En su plantel todos eran estrellas, pero sus figuras más descollantes eran el arquero Rodríguez, el defensa Salomón (un metro noventa y cinco por cien kilos de peso) y el alero izquierdo Ezra Sued. Universitario de Deportes, en cambio, había terminado tercero del torneo nacional y su célebre Cañonero Lolo Fernández, nuestro ídolo, estaba lesionado y quedaría en el banco de los suplentes.

El partido comenzó a las cuatro de la tarde, precedido por un estruendoso “¡Atiguibas!” que resonó esta vez muy cerca de nosotros. El Racing era realmente una máquina de hacer goles. En apenas diez minutos su centro delantero Rubén Bravo, gracias a pases milimétricos de Ezra Sued, perforó dos veces la valla de nuestro equipo. La delantera de Universitario conducida por el flaco Espinoza, se estrellaba sin remedio contra el gigante Salomón. En el estadio reinaba un silencio pavoroso y ni siquiera el zambo gritón, a quien ubicamos a pocas filas más arriba, se atrevía a lanzar su arenga.

Al promediar el primer tiempo el entrenador de Universitario decidió hacer entrar a Lolo en remplazo del flaco Espinoza, su aparición en el campo, con su redecilla en la cabeza y un ancho vendaje en el muslo, despertó aplausos atronadores y un alentador “¡Atiguibas!”. Y entonces se produjo el milagro. Lolo Fernández marcó cinco goles, pero cada uno de ellos fue una obra de arte, un modelo de fuerza, técnica, coraje y oportunismo. El primero fue un cañonazo de quince metros, al empalmar a la carrera un centro de media altura que le envió el alero izquierdo. El segundo una “palomita” entre las piernas de Salomón, impulsando con la cabeza, casi al ras del suelo, un centro –tiro de su hermano Lolín. El tercero fue simplemente un golpe de taco, de espalda al arco, aprovechando una bola que vacilaba en el área de castigo. En la segunda parte del encuentro, Racing de entrada marcó un gol, con lo que igualó a tres a tres y sembró pánico en la hinchada. Los platenses se volcaron con ardor en el campo de Universitario, decididos a defender su prestigio de campeón argentino. Pero Lolo estaba en su tarde gloriosa: aprovechando un tiro de esquina se elevó por encima del gigante Salomón y envío un cabezazo que rebotó delante del arco y penetró en la valla. Minutos más tarde, durante un nuevo contraataque, recibió un pase en el centro del campo, avanzó velozmente con el esférico y sin detenerse envío desde fuera del área un violento tiro rasante que venció la valla argentina por quinta vez. El arquero Rodríguez, de pura rabia, se quitó la gorra y la arrojó al suelo. Fue un signo de claudicación: el Racing, desmoralizado, aceptaba su derrota. En los minutos finales se limitó a jugar a la chacra para evitar un nuevo gol. El match terminó en medio de hurras, cantos y chillidos de júbilo y entre estos el infalible y sonoro “¡Atiguibas!”.
“Atiguibas” en La palabra del mudo. Tomo IV. Lima, Campodónico, 1994, p. 227 y 230-231

Y Bryce, aunque
hincha de Ciclista Lima, jugó por la “U” (tapó un encuentro de juveniles contra el Independiente argentino):

“El Club del Universitario de Deportes, o Club o Estadio de la U, como se le llamó siempre, y hoy, estadio Lolo Fernández, en honor a aquel ya fallecido señor y futbolista, era una parte sumamente importante de mi vida (…) era como el centro del mundo para mí, en los primeros años cincuenta, un verdadero templo, un lugar al que yo llegaba siempre dispuesto a entregar lo mejor de mí mismo (…) Hubo instantes de gloria, no lo niego, y de señorío y bondad y generosidad, como la maravillosa tarde aquella en que Lolo Fernández, el cañonero máximo, el hombre que rompía las redes de los arcos con sus patadones olímpicos, y que al club llegó de la hacienda de algún cercano pariente de mi madre vinculado al presidente del club, de aquel entonces, con la siguiente carta de presentación: “De fútbol aún no tiene la menor idea, pero pelota que patea se trae abajo la pared de un potrero”, pues ese mismo hombre, per ya convertido en ídolo, se ofreció a entrenarme como arquero. Mi terror al verme solo entre los tres palos y con Lolo al frente y una pelota entre los dos, casi hace que yo huyera, pero aquel buen hombre me tranquilizó, primero y enseguida me envío decenas de disparos a escala humana e incluso infantil, digamos, colocándome precioso el balón, en un ángulo, en otro, altito, rasante, a mi izquierda, a mi derecha y etcétera, y al mismo tiempo llenándome de excelentes consejos de entrenador padre de familia y cristiano ejemplar. Fue una tarde de gloria para mí, y jamás la voy a olvidar, y mucho menos negar.”
Permiso para sentir. Antimemorias 2. Lima: Peisa, 2005, p. 233-235

Todos coinciden en un nombre:
Lolo Fernández.
Imágenes cortesía de otro hincha merengue y autor de un
excelente blog.
¡Saludos a todos los hinchas cremas!
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6 dic 2009

Julio Ramón Ribeyro, 15 años

6 dic 2009

22 floritos
más vivo que nunca


y sí, somos fans, ¿por qué negarlo?
Los libros que más me costó conseguir fueron:
1. Los gallinazos sin plumas
2. Tres historias sublevantes

3. La tentación del fracaso - Tomo I (en esa época era tranca, ahora es fácil porque lo han reeditado)
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